lunes, 12 de marzo de 2007

Bienvenidos al país de las maravillas


Lo vivo todos los días y por eso lo entiendo. Desde la creación de mi nación, los bolivianos hemos vivido en burbujas de ensueño y esperanza. Sin embargo, continuamos manteniendo el dulce y agobiante orgullo de ser uno de los países más pobres del continente. Es maravilloso por su contrariedad.

Vivo en Bolivia. En el departamento oriental de Santa Cruz. En la capital del departamento, Santa Cruz de la Sierra. Aquí nací, crecí y por ahora, me mantengo. Tengo la certeza, como la gran mayoría de mis compatriotas, de que en este país la vida es algo injusta. En Santa Cruz somos 1 millón y medio de personas. En Bolivia arañamos los 9 millones. En total, en este país con más de 1 millón de kilómetros cuadrados, apenas vivimos, en promedio, 9 bolivianos por km2. Ni siquiera podríamos saludarnos a la distancia si no estuviésemos apretujados en las tres ciudades más densas: La Paz-El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.

Yo no tengo mucho de qué quejarme, para ser sincero. Vengo de una familia de clase acomodada, con casa propia y un matrimonio que supo mantenerse unido a pesar de los problemas que enfrentan todas las parejas. Estudié en un colegio privado, pasé unos meses en Europa y luego retorné a mi país para seguir mis estudios en la universidad, también privada.

Cuando niño fuí feliz. Más allá del asma que me tuvo en cama durante la mayor parte de mis primeros seis años, recuerdo mi niñez con imágenes como las siguientes: fiestas de cumpleaños en casa, con amigos, familiares y muchos regalos. Parques de diversión, juegos con mis abuelas, galletas en la casa de mi abuelo, viajes a La Paz para jugar con mis primos favoritos, el lago Titicaca y navidades fantasiosas con Papá Noel.

En mi juventud descubrí las pasiones y algunas perversiones que me marcaron personalmente. Entonces entendí que no le tengo miedo a las cosas mundanas. Viví el amor con una chica maravillosa. Ella se convirtió en mujer conmigo. Yo me convertí en hombre con ella. Viví el sexo con desenfreno y algo de vergüenza, pero siempre conciente de que no es mas que otra manifestación instintiva que nace de la naturaleza. Viví las drogas como se las debe vivir: en exceso y con la esperanza de que se conviertan en el escape perfecto. Finalmente comprendí que no es así. También conozco el desamor en su manifestación más grande y sé lo que es caer, sentir el latido del corazón, aguantar el nudo en la garganta, soportar el rechazo con estoicismo y andar a tientas por las calles en búsqueda de un rostro amigable. En síntesis, hasta ahora mi vida es un cúmulo de necesidades emocionales… las más simples y básicas. Fue toda una experiencia maravillosa, con sus altos y bajos decibeles…

Por eso me encuentro con 'la maravilla' recién ahora, a mis 25 años. Porque la burbuja explotó y ahora mis manos tocan la realidad más real.

He conocido a un hombre de 82 años que perdió su hogar cuando el río entró hasta su comunidad. Lo rescataron tres días más tarde. Estaba desnudo y flotaba apoyado en un tronco de madera.

También he conocido a un ministro que renunció al ejército, desencantado por la jerarquización y la falta de libertad de opinión. Era rebelde. Ahora, 20 años más tarde y con una carga de postgrados, masterados y doctorados encima, ocupa su sillón en el poder y comanda a las fuerzas armadas de la nación. Fue su venganza perfecta.

Conocí a un vendedor empedernido; un ejecutivo de cuentas con esposa e hijos, sin estudios, ambicioso y derrotado. Su trabajo se basa en vender los mejores automóviles para que su jefe máximo, el presidente de la empresa, se enriquezca cada día más. ¿Cómo le pagan? Con un suelo básico, algunos seminarios y una foto en la puerta de entrada que dice: “Empleado del mes”.

Finalmente tuve frente a mí una oferta millonaria. Me dijeron con la mayor frialdad: “Son 15 años de plazo. $us 144 mil por un departamento de 200 metros cuadrados. Ya están casi todos, los 90 departamentos, reservados. Decídase porque en unos meses los terminamos de vender”. Cuando escuché eso recordé a ese hombre que flotaba desnudo en medio del río.


Si. Este es un país maravilloso y todos los que aquí vivimos lo somos también.

3 comentarios:

Sergio Mier dijo...

Querido Jose Andres que bueno "pillarte" poraca y sin burbuja. Un saludo por el momento y ya te dare mi link del blog, y bueno nos estaremos leyendo.
Exitos!

Anónimo dijo...

Querido Pepe,

Tus letras siempre han sido buenas, inclusive desde que supiste lo que eran las letras!!
SIempre es bueno leer algo con sentido en esta "primavera con una esquina rota"(M.B) por la que estamos atravesando.

Unknown dijo...

Me pone contento leerte, se que no es precisamente lo que buscas, me pone contento en otro sentido, en un sentido mas personal, todavía no lo entiendo bien.
Ojala aparezcan los asiduos a este tu espacio, por mi parte voy a promocionarte como se promociona a algo que sabés con certeza que es, y será siempre, excelente.