viernes, 25 de mayo de 2007

CHAPARE

El cato legal no para al narcotráfico


Coca. En 2006 se registró la cantidad más baja de coca erradicada. En contraparte, durante los primeros meses de 2007 se han desmantelado más de 1.200 fábricas de cocaína sólo en el Trópico cochabambino

Coca. Los que antes fueron los mayores enemigos, ahora trabajan en unidos en las misiones de erradicación de la hoja de coca. Miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta coordinan junto a dirigentes cocaleros

Coca. El viceministro de Desarrollo Social, encargado de coordinar las tareas de la lucha antidroga, admite que el narcotráfico no ha disminuido en la zona de Chapare. Se incauta más marihuana en el país

José Andrés Sánchez
Santos Mollo observa a los 22 soldados que ingresan a su chaco. Cargan machetes. Detrás de ellos están los ‘lobitos’ de la Unidad de Desarrollo Económico y Social del Trópico (Udestro). Ellos están armados con cintas para medir y brújulas. Últimos en la fila, manteniendo la seguridad, marchan cuatro miembros de la Policía Nacional con sus rifles de asalto.


Hace poco menos de 10 años, Mollo no hubiese permitido que estas personas entren en su terreno. Habría puesto cazabobos y otras trampas para impedirlo. Su mujer e hijos se habrían enfrentado contra los soldados y otros miembros de la comunidad Villa Esperanza habrían ofrecido su ayuda para la lucha. Ahora Mollo observa con impotencia cómo su coca es reducida a un cato (1.600 metros cuadrados). “Es triste ver que esto pase, pero los dirigentes ya me explicaron que sólo puedo tener un cato”, se lamenta el cocalero que vive en la zona desde hace 8 años y cultiva naranja, arroz y cítricos.

A diferencia de años pasados (entre 1983 y 2005), ahora la erradicación ya no es forzosa. De hecho, en Chapare se vive en una paz inusual y los miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) trabajan junto a dirigentes cocaleros en lo que se denomina ‘racionalización de la hoja de coca’. Los que en un momento fueron enemigos a muerte se han convertido en socios de la erradicación.

Pero no todo es color rosa en la zona tropical que descansa entre los llanos y los andes bolivianos. Esta paz trajo sus consecuencias y los números no mienten: el año pasado se registró la cantidad más baja de hectáreas de coca erradicada en la zona desde 1983 (4.926 hectáreas, según datos del viceministerio de Desarrollo Social). También se habría elevado el número de cocales en el Chapare (más de 7.000 hectáreas totales, si se toman en cuenta los 45 mil catos por afiliado), hasta el punto que ahora las FTC deben actuar dentro del parque Isiboro Sécure. Y lo más preocupante: cada día se desmantelan entre 8 y 10 fábricas de cocaína en el trópico cochabambino. Según reveló el coronel René Salazar Ballesteros, comandante de Umopar en Chapare, durante los cuatro primeros meses de 2007 se han destruido 1.259 fábricas y se han detenido a 174 personas.

Además, en lo que va del año se han decomisado 350 kilogramos de cocaína y 711 kilogramos de cocaína líquida. En total, poco más de una tonelada de droga. Si se toma en cuenta que eso representa el 10% de la producción total, según el promedio manejado a nivel mundial, en cuatro meses se habrían producido más de 10 toneladas de cocaína en el trópico cochabambino.

Para el diputado y ex ministro de Desarrollo Social, Ernesto Justiniano, existen varias razones para que esto suceda. En principio, Justiniano criticó el hecho de que ahora sean las mismas federaciones productoras las encargadas de fiscalizar que cada afiliado tenga sólo un cato de coca. Además, recuerda que durante la gestión de Carlos Mesa las federaciones del trópico, lideradas por Evo Morales, firmaron un acta de entendimiento con el Ejecutivo. Uno de los puntos comprometía al Gobierno a realizar un estudio de mercado acerca del consumo de coca en suelo nacional. “Esa investigación es primordial para conocer el número real de consumidores de coca en el país y la cantidad de hectáreas que se deben otorgar para el cultivo de esta hoja”, señaló Justiniano.

El comandante de la FTC en Chapare es el teniente coronel José Soliz Gemio. Está en el cargo desde el año pasado y detalló la misión que le llegó desde la Presidencia: “Debemos erradicar 5.000 hectáreas por año. No más ni menos. Ése es el objetivo del Gobierno”, aclaró el militar.

Pero a los dirigentes de las federaciones del trópico no les molesta que sus opositores lancen ataques. “Nosotros trabajamos en la concienciación. Los dirigentes somos los encargados de hacer entender a las bases que el cato es bueno y que no es necesario tener más. Queremos revertir la idea de que somos productores de droga”, dijo el dirigente Epifanio Delgado, de la federación Carrasco. Su institución cuenta con 9.800 afiliados y junto a los miembros de las otras federaciones (Trópico, Centrales Unidas, Mamoré, Bulo Bulo y Chimoré) suman más de 45.000 personas. Por lo tanto, son 45.000 catos, que corresponden a más de 7.000 hectáreas. Es un número mucho mayor al acordado entre las federaciones y el Gobierno en 2004, cuando se dispuso la posibilidad de que existan 3.200 hectáreas legales en Chapare.

¿Cómo hacer para poseer un cato de coca en el Chapare? Delgado explicó que hay que poseer un terreno en la zona, inscribirse en el sindicato de la comunidad y pagar Bs 1 al mes. “Con ese aporte los dirigentes recibimos nuestro sueldo”, aclaró.

Ahora el Chapare vive en paz, sin enfrentamientos ni represiones. La erradicación avanza a paso lento. Pero aún continúan apareciendo fábricas de cocaína y droga fresca en la zona.


Los enemigos íntimos unidos en la erradicación de la hoja
Son cinco los actores necesarios para que se realicen los trabajos de erradicación de la hoja de coca. Están los técnicos de Udestro, la Policía Ecológica, los soldados de las Fuerzas Armadas, la Policía nacional y las federaciones cocaleras.

Juntos llevan adelante un sistema de negociación fijado por el Poder Ejecutivo que empieza a dar resultados. “Desde este año sentimos que las cosas avanzan. Hemos dejado la represión por la negociación y es un sistema que funciona”, aclara el comandante de la FTC, José Soliz.

Son tres los niveles de negociación: el Presidente de la nación con el alto mando militar, los asesores políticos y sociales con los miembros de las FTC. El tercer nivel se da entre los grupos de tarea y los campesinos. En toda la escala están presentes, siempre, las federaciones del trópico cochabambino.

Es por eso que ahora la represión ha quedado a un lado. El ex dirigente cocalero y actual director de Udestro, Delfino Olivar, ríe cuando se le pregunta cómo es trabajar con aquéllos a los que se enfrentó en el pasado. “Tengo que ponerme la camiseta del Gobierno y entrar en la boca del lobo. Hemos logrado un trabajo conjunto”, indica el director de la entidad, que en el pasado se llamaba Direco (Dirección de Reconversión de la Hoja de Coca).

Pasos para la erradicación
1
Los técnicos de Udestro se encuentran en campamentos desde donde se acercan a las comunidades cocaleras con una semana de anticipación. Avisan a los dirigentes que deben preparar a sus bases para la erradicación.

2 Los dirigentes inician trabajos de concienciación. Indican a los campesinos las razones por las que se realizará la erradicación y responden preguntas. Generalmente, piden apoyo para el Gobierno de Evo Morales.

3 Los técnicos de Udestro llegan a las comunidades e inician los trabajos de medición. Visitan las tierras de los campesinos y toman anotaciones.

4 Los soldados de la FTC arman campamentos cerca de las zonas donde deben trabajar. Allí se encuentran, además, miembros del Ejército y otros técnicos de Udestro.

5 Se inicia la erradicación. Primero se visita al campesino, el técnico le explica la razón por la que están allí y luego empiezan los trabajos. Los soldados son capaces de erradicar un cato en poco más de 15 minutos.

6 Mientras esto sucede, un grupo de avanzada de Udestro se acerca al siguiente sindicato.


Marihuana marca el récord
Las cifras totales detallan que en 2006 se incautaron 139 mil kilogramos de todo tipo de droga en el país. Hasta marzo de 2007 esa cifra ya había sido rebasada, con más de 161 mil kilos decomisados. Estos números dejan muy por detrás a los 46 mil kilos incautados en 2005 y a los 36.000 de 2004.

La gran razón de este cambio es que la presión en las incautaciones se ha trasladado hacia la marihuana. Mientras que la cantidad de cocaína incautada mantiene un lento ascenso (8 mil kilos en 2004, 10 mil kilos en 2006), la incautación de marihuana ha dado un salto más que increíble. En 1997 se habían incautado 3.000 kilogramos de esta hierba. Cinco años más tarde, en 2001, se decomisaron 7.000 kilogramos. El gran salto se produjo en 2004, cuando el número se elevó a 28 mil kilogramos de marihuana decomisada.

Sólo el año pasado se decomisaron más de 125 mil kilogramos en todo el país y entre enero y abril de este año se llegó a más de 157.000 kilos.

La lucha contra el narcotráfico se enfoca en la hierba verde antes que en la droga blanca.



Felipe Cáceres
viceministro de desarrollo social

«Lamentablemente, aún hay narcotráfico»
- ¿Qué política se sigue a escala nacional respecto a la racionalización de la hoja de coca?
- Hay una diferencia abismal entre el pasado y el presente. La nueva estrategia de lucha toma en cuenta la revalorización de la hoja de coca. Antes teníamos la erradicación forzosa, pero gracias al consenso se detuvo la represión. Siempre se tildó de narcotraficante a la dirigencia sindical. Ahora la política es la concertación, el consenso y la conciencia. Desde este Gobierno queremos también un mundo libre de drogas.
- Muchos critican el hecho de que sean los mismos cocaleros los que se fiscalizan.
- En el pasado no hubo una verdadera lucha contra las drogas. Vimos casos de narcoaviones, narcovínculos o Huanchaca. Nosotros hemos realizado la mayor incautación anual de droga en toda la historia. En este Gobierno hay más efectividad en la lucha contra el narcotráfico. Durante la gestión 2005 se realizaron 5.300 operativos a nivel nacional. En la gestión 2006 se han hecho 9.400.
- ¿Qué pasó con el acuerdo suscrito entre las federaciones del trópico y el Gobierno de Carlos Mesa?, ¿sigue vigente?
- La gran diferencia entre 2004 y ahora es que entonces sólo se habló de los productores de hoja de coca, sin tomar en cuenta las asociaciones de productores de cítricos, bananos y otros. Por eso se hablaba de 26.000 afiliados. Hoy estamos todos unidos por el cato y por eso son más los cocaleros que en ese momento.
- En ese acuerdo se establecían 3.200 hectáreas de coca, pero ahora hay más de 7 mil
- Tenemos avanzado un 70 por ciento del catastro en Chapare. A fin de año, por primera vez en la historia del país tendremos un registro con número de afiliados, número de catos y número de hectáreas. Ahora no puedo dar ninguna cifra de manera oficial.
- ¿Por qué no se ha hecho el Estudio de la Demanda del Consumo Legal de la Hoja?
- En este momento está en fase de aprobación de los términos de referencia. Tiene que consensuarlo el Consejo Nacional de Lucha Contra el Tráfico Ilícito de Drogas. Son ocho ministerios: Gobierno, Presidencia, Defensa, Justicia, Desarrollo Rural, Salud, Obras Publicas… Lo que puedo asegurar es que este año empieza este estudio.
- ¿Por qué es vital realizarlo?
- Nos dará la referencia del número de consumidores y la cantidad de hectáreas que se debe permitir en el país.
- ¿Cómo explica que el año pasado se dio el número más bajo en hectáreas erradicadas?
- Cuando no había concertación no hacían bien las mediciones. Se media ‘a la rápida’ y no eran cifras correctas. Por eso aparecen 10 mil hectáreas. Ahora la erradicación es neta porque hay concertación entre productores y Estado. La embajada norteamericana, además, tiene personas que todos los días nos controlan.
- Con más de 1.200 fábricas destruidas en cuatro meses, se hace evidente que el narcotráfico se mantiene fuerte en Chapare.
- Lastimosamente, el narcotráfico es un problema que existe y no podemos ignorarlo. Pero nosotros desplegamos el doble de esfuerzo para desbaratarlo. Por ejemplo, hoy los narcos están dejando de usar ‘pisacocas’ para utilizar molinos manuales de coca, a fin de triturarlas. Con los precursores podrán hacerlo en casa. Esto nos preocupa y por eso redoblamos esfuerzos. Tenemos 1.700 efectivos y este año incrementaremos 150 más.

El acta
Mesa-Morales

El 3 de octubre de 2004, el Gobierno del entonces presidente Carlos Mesa firmó un acta de entendimiento con las seis Federaciones de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba, lideradas entonces por el actual presidente Evo Morales. Éste fue el último acuerdo entre los ‘cocaleros’ y un Gobierno boliviano. Hasta ahora no se ha firmado otro acuerdo y no se cumplen los puntos consensuados hace tres años.
Estudio de mercado. En ese acuerdo se determinó realizar un Estudio de Mercado Legal de Consumo de la Hoja de Coca. De esta manera se determinaría la cantidad de consumidores y por lo tanto la cantidad necesaria de hoja para abastecer a todo el país.

Número de hectáreas. Se determinó la legalidad de 3.200 hectáreas de coca en todo Chapare. Sin embargo, hasta ahora se contabilizan más de 7.000 hectáreas en la zona, con lo cual se incumple otro punto del acta de entendimiento.

Cantidad de afiliados. En ese entonces las federaciones afirmaron tener no más de 26.000 afiliados. Tres años más tarde, desde el mismo Gobierno señalan que hay más de 45.000 afiliados a los sindicatos del trópico cochabambino.

Casos de antología
13 de mayo de 2007. Una explosión asustó a los pobladores de Yacuiba. Un moderno laboratorio de cristalización de cocaína se encontraba en pleno centro de la ciudad y explotó a las 21:30. Este hecho provocó un voraz incendio. En menos de una hora la casa quedó atrapada por las llamas. Todo se produjo por la mala manipulación de los químicos. Las dos personas que trabajaban en la fabricación de la droga murieron a causa de la explosión.

28 de abril de 2007. Fue de película. Un grupo de traficantes decidió parar en un surtidor del barrio Pampa de la Isla para cargar gasolina. La presión del contenedor provocó que se produzca una explosión que destruyó el vehículo. Los delincuentes huyeron, mientras que una vendedora herida por los vidrios rotos los observaba atónita. Al llegar los policías, no cayeron en cuenta de que aquel polvo blanco esparcido en el piso era pasta base.

jueves, 17 de mayo de 2007

FOTOPERIODISMO



LA VIDA POR UNA IMAGEN


José Andrés Sánchez
Más allá de las palabras, los relatos y las descripciones. Más allá de las declaraciones vacías y las acusaciones dirigidas. Del lado de la realidad. Ellos son el ojo constante que capta la esencia de lo que nos rodea. Son ellos los que guardan en nuestra retina todo el dolor y la inmensa alegría de una ciudad, de un departamento, de un país y del mundo. Al escribir acerca del fotógrafo de prensa, el cronista sabe que se enfrenta a un desafío poco usual. Ésta es una ocasión especial. Por primera vez quedan de lado los políticos, las autoridades, los dirigentes sociales y sindicales, los artistas o los deportistas. Ahora es el turno de escribir acerca del fotógrafo que muestra día a día lo que su ojo captó en los barrios del país. Es el animal de calle que no teme insertarse en los ambientes más hostiles, jugar a las escondidas entre manifestantes y fuerzas del orden, esquivar balas, palazos y otros golpes o preocupar a la familia... todo por conseguir la imagen más impactante.


LA ADRENALINA EN LAS VENAS

Dos grupos de choque se encuentran en las calles de la ciudad. Un alcalde es quemado por los pobladores de un pueblo en el altiplano. Dos grupos mineros destruyen la localidad en la que viven con tal de ganar el control de un cerro milenario. Son escenarios de alto riesgo en los que cualquier ciudadano consciente y responsable evitaría ingresar. Incluso muchos periodistas prefieren mantenerse al margen y tomar notas desde la seguridad de la distancia. Pero en medio del meollo, donde las ‘papas queman’, se encontrará siempre, como un invisible testigo de la realidad, el fotógrafo que busca captar el momento preciso para luego correr al diario y ver al día siguiente su trabajo publicado en la tapa del periódico.


¿Qué los motiva? “En este rubro tienes que sentir la adrenalina. Delante de los conflictos te sientes vivo y la sangre hierve. Somos invulnerables en ese momento... pero estamos equivocados”. Así se refirió el fotógrafo Aizar Raldes al ser consultado acerca de la emoción que siente en su trabajo. Cuando el ambiente se caldea, este profesional de 37 años, olvida a sus tres pequeños y a su esposa. Sucede que el periodista gráfico no puede perder la oportunidad de obtener la foto histórica por resguardar su vida. ¿Valores en conflicto? Ellos reconocen que algo malo les debe ocurrir en la cabeza, pero es la vida que eligieron y la aman.


HOMBRES DE SENTIMIENTOS

Durante el conflicto de febrero de 2003, el fotógrafo Juan Carlos Torrejón se encontraba en la plaza Murillo. Lente en mano y vista fija en los enfrentamientos entre policías y militares, este profesional paceño se sentía seguro al lado de un policía apellidado Caballero. “Choquito, ten cuidado”, le dijo el policía. Tras escuchar estas palabras, Torrejón sintió que algo (o alguien) detrás de él se golpeaba contra el muro de un edificio. Volvió la mirada para cerciorarse y entonces lo vio. Aquel policía que hacía segundos le había hablado estaba ahora tendido en el piso y con la máscara de gas ensangrentada. Quería hablar pero no pudo. Murió. Torrejón tiró la cámara, se largó al piso y soltó las lágrimas.


INICIOS Y LA GRAN DECISIÓN

El fotógrafo de prensa es un nómada. Hace su carrera yendo de un medio a otro, de una ciudad a otra o de un país a otro. Algunos buscan su independencia y otros la seguridad de un medio. Pero antes que todo, ellos quieren relucir en su trabajo y disfrutan el efímero reconocimiento que les otorga una fotografía asombrosa. Por ejemplo, Raldes ha puesto su firma en dos revistas, tres diarios y una agencia nacional de noticias antes de obtener un puesto privilegiado en la Agencia Francesa de Noticias (AFP). Torrejón estuvo en tres diarios antes del ingresar a trabajar en el periódico EL DEBER.


Rolando Villegas pasó por todos los matutinos y algunas revistas de Santa Cruz de la Sierra. Es por este motivo, quizá, que la competencia dura que se da entre medios de información no repercute entre los colegas fotógrafos. “Somos muy solidarios entre nosotros. Jamás vi, en Bolivia o el exterior, que uno de nosotros le niege ayuda a otro. Entendemos que el trabajo lo tenemos que realizar unidos”, aclara Raldes. Es que a todos los une la pasión por la fotografía. Todos ellos iniciaron su carrera con el sueño de dedicar su vida a recorrer las calles y captar las imágenes que les rodean, así sean grandes fiestas o catástrofes. “Recuerdo la primera vez que agarré una cámara - rememora Torrejón - Estaba loco por tomar fotos. Todo gracias a mi padre, que era un aficionado”, dice.


ENTRE EL ARTE Y EL PERIODISMO

El actual premio nacional de fotografía periodística, Max Toranzos, suele retornar a su casa y revisa las fotos que tiene guardadas en la memoria de su cámara. A veces no recuerda en qué momento tomó algunas imágenes o qué hizo para lograrlas. “Las cosas pasan como un rayo. Tenés segundos para ‘tomar’ el momento. En un fotógrafo de prensa el instinto es muy importante y eso es algo que se consigue con el tiempo y la práctica”, explica el fotógrafo que lleva seis años dedicado a este rubro periodístico. Para él, se deben seguir tres reglas claras a la hora de realizar una cobertura noticiosa con una cámara: conocer el instrumento de trabajo, tener una noción acerca de iluminación y tratar de llenar la imagen con información, a todo momento y a como dé lugar.


Entonces surge la interrogante... ¿son artistas o periodistas? “Somos ambas cosas”, responde Toranzos con seguridad. “Es como un periodista que tiene todas las aptitudes para ser escritor. Lo que tenemos es un don para fabricar imágenes, con mucha creatividad y pocos recursos”, finaliza.El homenaje más grande para estos profesionales de la imagen no está en los premios o las felicitaciones en las calles. Se encuentra dentro de ellos mismos, en el ego y orgullo que sienten al saberse privilegiados por observar en primer plano los momentos históricos que vive la sociedad.


SANTA CRUZ TIENE SUS PROFESORES

Ahora las cámaras vienen en todo tamaño y no necesitan rollo. Las imágenes se pueden editar en computadoras y el formato automático permite tomar decenas de fotos por segundo. Así es ahora. Pero hasta hace pocos años, menos de diez, los fotógrafos se debatían entre el tiempo que se iba rápido y las dificultades tecnológicas.


Santa Cruz de la Sierra tiene sus próceres del periodismo gráfico. Son personas que se animaron a tomar una cámara cuando pocos entendían de qué se trataba. Por instinto y curiosidad decidieron ser los primeros en captar las situaciones y personajes que dejaron su huella.


José Carranza fue uno de ellos. Ahora retirado y propietario de un estudio de revelado, este hombre de 65 años es considerado por muchos como el gran maestro de la fotografía cruceña. “Todavía extraño mi trabajo, pero en 1992 entendí que era el turno de que una nueva generación tome las riendas”, dice ahora, rodeado de innumerables negativos en los que guarda joyas del periodismo deportivo: las visitas de Pelé y Maradona, el primer campeonato de Oriente Petrolero o las eliminatorias mundialistas.


Un poco menor, con 59 años, Elvio Montero también tiene su lugar guardado en la historia. Este hombre que inició su carrera periodística como barrendero de un periódico, llegó a conocer años más tarde países como Chile, Suecia, Alemania, Finlandia, China, España y Suiza. “Antes éramos considerados la quinta rueda del carro, pero con los años el fotógrafo fue adquiriendo más notoriedad en los medios. Me gustaría pensar que gracias a mi trabajo contribuí un poco a que ese cambio se produzca”, afirma. Ahora Montero es el orgulloso padre de dos fotógrafos reconocidos en Bolivia: Ricardo y Regis.


Cuando llegaron las nuevas tecnologías, la mayoría de los reporteros gráficos colgaron la cámara. Uno de los pocos que enfrenó los cambios y se adaptó es Agapito Paco, que lleva 24 años publicando sus imágenes en las páginas de EL DEBER. Incluso este hombre de 64 años dejó su lucrativo negocio como comerciante de ropa para dedicar su vida a captar la realidad. “No voy a dejar nunca de tomar fotografías. Estoy cerca de retirarme, pero tengo una cámara propia en mi casa y seguiré divirtiéndome con ella”, dice.


La experiencia de estos personajes ha servido para formar a los profesionales del presente, que no ocultan su admiración por ellos cuando escuchan sus nombres. Las generaciones se renuevan, pero la pasión tiene siempre la misma intensidad.